(…) El lector cierra el libro con una sensación de felicidad. Felicidad provocada no sólo por el encuentro esperanzado de los dos personajes sino por haber leído una historia con humor, con melancolía, con sutiles descripciones psicológicas, eficazmente lograda. La prosa de FM, en la que no sobra un solo párrafo, posee un tono, una modulación intransferible, eso que para todo escritor es, acaso, lo más difícil de alcanzar: un estilo propio |